miércoles, 25 de marzo de 2020

Parte 1: ¿Quién contará la esperanza?

Quise comenzar por una reflexión que parte desde el corazón, más que cualquiera de las que proseguirán. Dos razones la convierten en algo tan emocional, iniciando desde el negativo pronóstico de la situación. No hay que negar algo que ya mencioné en un primer momento: continuar después de esta no será sencillo y nadie sabe, a ciencia cierta, cuántos lo haremos.Continuo con que, en medio del desempleo, resulta más que frustrante enfrentarse a un escenario de este calibre.

Mi propósito con esta entrada es dar un parte de calma, desde un accionar sencillo. Creo que lo primero que traté de contemplar fue el considerable reto presentado a profesionales como yo, en simultanea al avance de una pandemia, y las soluciones que se pueden ofrecer a partir mi perspectiva hacia los negocios; muchos de los que tendrán que replantear desde su estrategia de marca, hasta el funcionamiento de su producción. 

Y a la conclusión que llegué, en un intento introspectivo de hallar una solución particular, fue un único propósito: la búsqueda de la esperanza. Hoy más que nunca, atravesando la falta de certeza, nos resulta esencial poder creer en algo; específicamente, queremos que lo que nos gusta del mundo que dejamos atrás, siga allí para nosotros cuando volvamos a salir a la calle. 

Queremos que la gente siga en el mismo lugar, que las marcas que admiramos sigan disponibles, que el café que nos guste esté listo cuando lo pidamos, que nuestra oficina siga allí y toda la vida lleve un ritmo que nos haga sentir estabilidad sobre el futuro. Eso, como un pitch para algunas ideas de las que pienso echar mano para describir esa idea de lo esencial que resultará el marketing en esta época. 



Sinceramente, lo que más me costó de resumir estas ideas fue comprender la visión ideal del mundo naciente. Y bueno, con una restricción del consumo hasta lo esencial, resulta necesario hablar de los hábitos que cambiarán en la gente. O más bien, los hábitos que espero que cambiemos, porque si esta no fue una reflexión sobre el gasto y lo literalmente básico, nada más lo será. Pero, de uno u otro modo, también hay que hablar de un futuro que nos permita a tener todos un chance de hacer las cosas bien.

Este texto en sí mismo resulta un poco contradictorio, en cuanto a tener que hablar de mercadeo, cuando el planeta nos pide detenernos. Trataré de abordarlo desde una visión responsable y la necesidad latente de la activación económica como parte del corto plazo pospandemia. 

Volvamos a la hipótesis principal: lo que queremos adquirir, después de la incertidumbre y los ratos amargos, será la esperanza. Esperanza a sus consumidores de que usted seguirá siendo esencial para ellos en el futuro. Esperanza a sus clientes que seguirá siendo su proveedor de confianza. Esperanza de que, por más mal que la pasemos, siempre vendrá algo mejor. Un concepto sencillo de entender para una generación que tuvo que ver Annie en algún momento de su existencia. Mientras más negativas sean las noticias, mayor será nuestra necesidad de sentir algún tipo de seguridad. Y acá hay una oportunidad de acción grande. 

Tanto las pequeñas y medianas empresas, y los ciudadanos del común, aún no cuantificamos el impacto de esta frenada en seco en nuestro devenir. Y es lo justo, aún nos cuesta comprender tan solo lo que pasará mañana, ¿qué tan sencillo es hacer un panorama macroeconómico detallado en estas condiciones? 

Pensaría en explicar ideas concretas para el montaje de un plan de mercadeo ideal, alrededor de esta idea, reflexionando sobre qué implica la esperanza en tiempos de distancia. La esperanza puede representar un respiro en pago de productos crediticios, volver a ver a viejos amigos, asistir a eventos que valen la pena, viajar a destinos desconocidos y garantizar un estilo de vida saludable. La idea de este artículo nación de un tuit, en el que pensé cómo los cafés y restaurantes independientes pueden ofrecer bonos para ser el respaldo de esos amigos a los que volveremos a ver, o esa marca que nos gusta mucho y lanzará cosas especiales para los amigos que acompañamos el tiempo duro.

Parte de la idea misma de la esperanza, es la relación directa con la confianza. En un momento donde nuestras redes sociales se inundan de todo tipo de contenidos, es importante recordarle a cada usuario que hizo bien al confiar en nosotros. La humanidad que se demuestra en afrontar una crisis de la mano, y sobrevivir a partir de una idea lejana, puede ser un gran punto de partida para las marcas que buscan permanecer cuando esto haya terminado.
No deja de ser esencial recordar que nuestras prioridades como sociedad deben replantearse con profundidad; y aunque lo que propongo es de fácil aplicación, hay que tener en la cabeza que nuestras mecánicas sociales se transformarán, y es nuestro deber adaptarnos. La esperanza debe ir de la mano de ideas de cambio positivas, de lo que nos hará bien después de la lección aprendida.

Hallar oportunidades dentro de una crisis sanitaria requiere una imperante claridad sobre el modo que abordamos la empatía: no puede haber esperanza donde no haya una protección por lo elemental. Hacernos llevadera la cuarentena y buscar estrategias para sobrevivir económicamente a los cierres en cada ciudad no debe estar por encima del respeto a las incontables dificultades que muchos deben sobrellevar, así que la esperanza también debe ir de la mano de la noción de un mundo más justo, de mejores condiciones para todos y de evolución social y ambiental constante.

Mi motivación (que también parte de una introspección psicológica para sobrevivir con cordura al aislamiento) es hallar en la esperanza, tan necesaria y tan reconfortante, un modo de darnos una segunda oportunidad, de mantenernos en pie, y mantener una sensata calidez ante la impotencia. Ahora, cuéntenme, ¿cómo quieren aplicarlo ustedes mismos?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Abramos la conversación.