miércoles, 27 de marzo de 2019

¿Qué esperar de las semanas de la moda colombianas en 2019?


Creo que uno de los propósitos que tenía al volver era escribir más. No dejé de hacerlo nunca, de hecho, pero hacía falta reconectarse con esa vena cuasi académica que se obsesiona con narrar lo que sucede en la industria. Queda siempre el interrogante de ciertos análisis que rayan en la obviedad (sin altivez alguna) que nadie ha puesto por escrito. Y como su servidor vive de la construcción, pues por qué no decir algunas cosas que se le escapan al algoritmo, y saldar algunas deudas silenciosas.

Ya a estas alturas del año tuvimos una semana de la moda en Colombia, Inexmoda hizo su primera apuesta y ordenó el panorama de lo que veremos durante el 2019 en estos espacios. Del mismo modo, Fenalco bajó la frecuencia de la única semana de la moda que controlaba, volviendo el Cali Exposhow un evento bienal. Se avecina la Bogotá Fashion Week y, en año de recuperación económica, habrá algunas variables que harán muy particulares las propuestas que veremos.

Lina Cantillo, Papel de Punto, Adriana Santacruz e Isabel Henao; diseñadores invitados en el preview de Bogotá Fashion Week. Foto de la CCB. 

Comencemos por analizar el background de la vaina: la Cámara de Comercio de Bogotá e Inexmoda serán los principales gestores de eventos de moda en el año. Ambas entidades, de origen privado, tienen como propósito el fortalecimiento del clúster como sector económico. Inexmoda, desde la especialización y la apertura de espacios de alto impacto y la CCB como ente para la consolidación de la industria, desde el fortalecimiento legal de las empresas. Las dos tendrán que velar por la estabilización del comercio de vestuario en la recuperación de un sector que vio alertantes números rojos en 2017 y 2018.

Como una nota al pie no tan al pie, ese boom de semanas de la moda nacionales (donde estaba Ixel, Plataforma K y otros eventos regionales) se diluyó en la capa caída de la industria y el robustecimiento de las propuestas centrales. 

¿Cuáles serán los ejes de estos espacios? Desde la perspectiva de su patán favorito, la formalización del conocimiento debe ser el eje de cada propuesta presentada en 2019. ¿Por qué? Las marcas comienzan a entender el valor agregado como parte del proceso de producción, y centralizar el conocimiento al eje corporativo es el tatequieto más importante después de una crisis. No sé si pueda decirse que fue una crisis, pero sí sabemos que todos nos asustamos con la notoria disminución de metas de ventas e inversiones en función del branding.

Desde 2018, la apuesta en activaciones de marca, como pasarelas, disminuyó notablemente en ferias como Colombiamoda. Así como afuera los desfiles se vuelven aún más teatralmente mediáticos, Maria Grazia y Alessandro dando lecciones de cómo se hibrida de forma exitosa el trabajo de destacados artistas plásticos con el diseño y la moda; en este lado del charco nos decantamos por pasarelas de diseño de autor que no salen del circuito tradicional, respetando el vaivén de modelos casi pragmático, aún cuando Instagram actúa como regulador del flujo de tendencias. Asimismo, B Capital redujo un día de su acostumbrada parrilla y, todas las demás, fortalecieron más la experiencia de compra inmediata, como un guiño oficial al see now buy now, del que gigantes del retail online como Net-a-Porter vienen sacando un  provecho notable desde hace un par de años.

Pasarela de Alta Costura de Dior, para la temporada Primavera Verano de 2019.
La temática fue la interpretación de Maria Grazia del circo moderno. Foto de Fashionista.com.
Hablando de propuestas en detalle, más que hacer un pronóstico de tendencias, alegaré a algunos conceptos que ya tenemos claro sobre cómo funciona eso en estas tierras. Considero que una semana de la moda no es una feria de emprendimiento. El espacio para los nuevos debe existir, porque es el único modo de generar una narrativa histórica de la moda desde todas sus aristas, sin dejar de lado que se requiere robustez creativa (y económica) para que la pasarela cumpla su función de vitrina especializada.

Este año, Bogotá Fashion Week y Colombiamoda ya dejaron claro que existe un segmento llamado "nuevo talento" con cabida en sus puestas en escena. Ahora, la pregunta que hay que hacerse es quién está haciendo algo diferente que logre elevar la propuesta a la teatralidad de una pasarela sin fallar en el intento.

Las plataformas digitales comienzan a satisfacer una necesidad de mostrar lo que sucede en las industrias creativas, y es allí donde muchas de estas propuestas tienen una consolidación lo suficientemente avanzada para poner en tela de juicio la categoría de nuevo talento. Usualmente, no son nombres ajenos a los intentos de street style que se hacen en Colombia. También hay que considerar que el auge de las industrias creativas y la potencialización del sector moda parte de una sinergia evidente entre las marcas y los líderes de opinión, retomando la idea de las nuevas-no-tan-nuevas propuestas.

Bajo la misma idea de la formalización, que ya dejó claro Colombiamoda con el eslogan de 2019, esto debe involucrar a todos los engranajes del sistema moda. El registro fotográfico se vuelve esencial, y con este la necesidad periodística de narrar las colecciones como parte de la construcción histórica de la moda colombiana; hoy por hoy, esencial para sentar bases académicas de lo que implica crear en este país.

Me atrevería a decir que los diseñadores se decantarán por su historia misma, es decir, siluetas y materiales ya dominados, con el propósito de expandir una zona de confort necesaria para la recuperación económica. Y que las propuestas marcadas como innovadoras seguirán una linea similar a la de creadores consolidados en el mercado. Muchos de ellos optarán también por fortalecer con experiencias fuera de los circuitos, donde es posible personalizar la conexión con los públicos interesados, dándole cabida a que esta práctica retome su frecuencia en un intento más claro de acercarse a la consolidación de la venta.

Dándole espacio a la egoteca, estos fueron los looks de este pechito en las ferias de moda de Bogotá en 2019. Fotos de Santiago Castellanos y Camilo Galvis, respectivamente. Más detalles en Instagram.
Y para cerrar, antes de que el mismo algoritmo, del que me burlo con constancia, me suprima por la cantidad de carreta descrita en estos dos largos minutos de lectura; mencionaré de pasada los espacios académicos que, sin llamar la cantidad de likes que traen las fotos dentro de los espacios feriales, ofrecen experiencias más personalizadas de contenido para los eslabones más notables de la industria. Siguen siendo esenciales, debido a que las apuestas van en el proceso general de ampliar el conocimiento como un paso obligado hacia la expansión.

Y ustedes, ¿de quién se van a vestir este año?

¡Vemos, parceros!

miércoles, 13 de marzo de 2019

Endiosando güevones

La muerte de Karl Lagerfeld, hace un par de semanas ya, tenía que hacernos hablar (y volver, después de más de un año de incansable tuiteo). Creo fervientemente que si Karl hubiera nacido en esta tierra cafetera, sería un fiel defensor de aquél adagio que dicta "que hablen bien o que hablen mal, pero que hablen". Polémico, atrevido, clasista, estratega. Palabras para definir al man hay de sobra.

Lo cierto de su partida es que iniciamos un nuevo capítulo de la historia de la moda: el lujo, tal como lo conocemos, ha muerto.  Primero, fue Alessandro Michele, a la batuta de Gucci, determinando una nueva idea del kitsch como la esencia del lujo moderno. Detrás vendría Demna Gvasalia volviéndose a los objetos cotidianos y a la reivindicación del mal gusto de la cotidianidad, desde la dirección creativa de Balenciaga, en la que cambiaría el principio del menos es más para inundarlo todo con su polémica vistosidad.

Y seguido a ellos, un Virgil Abloh con Off-white dándole palo al althleisure, y después repitiéndolo en Louis Vuitton; una Maria Grazia Chiuri, separada de Pierpaolo Piccioli y hecha un mar de tul en Dior, y otro montón de nombres de diseñadores hechos para vender. El lujo es ahora directamente comercial, es accesible (pero nunca asequible), es masivo y es mediático. Es simple, fácil de entender. Hacemos lujo para internet, creamos imágenes dignas de interacción.

Y en esta nueva idea del lujo, cuya cereza se pone en la punta de los presupuestos y limitaciones económicas para crear, que se vuelven ley con la partida del único creador con licencia absoluta, la historia comienza a escribirse.

Seamos honestos, Karl era un visionario, pero su perspectiva de Chanel en los últimos años se había vuelto más mito que transgresión. Sin dejar de vender, porque los mitos nunca dejarán de ser rentables, Lagerfeld volvía sobre sus pasos, dados más de una vez, a la misma idea clásica de lo que implicaba crear para una generación que perecía con él. Sí, Cara y Kristen eran sus musas. Sí, tenía una fijación por Apple y el futuro; pero tal vez su talento se daba en conservar técnicas clásicas que, en la era digital, rebuscaban un espacio para mantenerse vivas.

Yo solo soy un internauta con un algoritmo configurado para consumir moda. No soy experto, nunca. No quiero serlo, jamás. Pero, dejando ir al grande de los grandes (me atrevería a decir que son más sus palabras que las mías), llega una nueva incertidumbre: ¿cómo entender el talento para la creación en una época en la que todo está hecho?, ¿cómo descubrir el talento en un mar de creadores?

Endiosar güevones necesita ciencia, pa'qué. No es de gratis que terminemos hablando de los bolsos de cinco centímetros de Jacquemus (sobre el cual Lagerfeld no dudó al decir que se mataría primero antes de compartir tiempo con él en una isla desierta). No es de gratis que la prensa norteamericana vuelva varias veces sobre las elecciones de Gvasalia y su obstinado gusto por la fealdad. No es de gratis, tampoco, que a varios de esta lista ya quieran ficharlos como el nuevo Lagerfeld.

¿Quién será el nuevo Lagerfeld?

¿Cómo entender el talento para la creación en una época dominada por el clickbait? La fama se encuentra al alcance de un meme y es Instagram la primera vitrina para la que se crea. El impacto del lujo, hoy por hoy, se convierte en una métrica digital. Y como toda métrica, debe mostrar crecimiento. Esto implica que el esfuerzo creativo sin conversión no tiene espacio en internet, ni en las vitrinas.

Aunque, analizar el talento desde una perspectiva tan tajante dentro de un escenario con un enfoque corporativo diferente, nos hará preguntarnos cosas como cuándo fue la última vez que se creó ropa partiendo el misticismo del lujo en su más pura esencia. Asumir que el lujo cambió es restarle cabida a la posibilidad de nuevos Lagerfelds, o Gallianos, o McQueens. La pérdida del misticismo corresponde a un nuevo modo de consumo, porque al fin y al cabo se crea para vender.

Sería tonto de mi parte (si es que todo este articulo no lo es ya) dejarle la responsabilidad del talento como base del éxito a los diseñadores y equipos creativos de marcas de lujo. Fotógrafos, estilistas, modelos y periodistas se unen en una colada en la que la mediocridad del algoritmo determina lo que se presenta en nuestras pantallas como talento, sin llegar siquiera a ser novedad. ¿Cuándo prima la popularidad sobre el talento?

La moda colombiana no escapa de este juego de fórmulas comerciales y algoritmos complacientes. ¿Cuándo fue la última vez que conocimos una marca de moda masculina que trascendiera de los trajes bien hechos, o de los arneses y mallas, para presentar una propuesta de diseño innovador?, ¿cuántas veces marcas de cualquier segmento de mercado decidieron echarle un ojo al archivo de Johanna Ortiz para adaptarse a la movida comercial? O mejor, ¿cuántas veces volvimos a ver en una semana de la moda nacional algo que no se hubiera hecho ya, un nombre que demostrara que lo mejor estaba por venir?

Un buen profesional debe tener la dosis equilibrada de investigación y criterio, porque al fin y al cabo hay que vender.Y desde ahí parte la noción del ocaso del talento. Suzy Menkes diría que ya no quedan creadores que logren revivir legados clásicos, y tal vez, debamos dejar morir lo que hoy por hoy entendemos como talento. Tal vez, el futuro de la industria no sea esa categorización artística por la que dejamos en pie los altares a Galliano, sino la comprensión real del negocio, su estrategia y su fórmula para hacer que internet se rinda a sus pies.

Una industria de moda más integral dejará en los reflectores a lo que esta generación cree que lo vale: las imágenes. No en vano, Donatella Versace diría que "cualquier diseñador menor de 50 años que crea que es un dios solo hará el ridículo." Endiosar güevones, en esa perspectiva, será darle categoría de talento a quien sabe llevar bien un negocio. Y entender que ya no quedan creadores que cambien la historia.

En el tintero del rolo: Suzy Menkes escribiría, unos días después de que comencé a relamer este texto, que el legado más nocivo de Lagerfeld sería el de un director creativo que logra dar vigencia a una marca en declive porque, tal vez, no haya nadie que vuelva a lograrlo. Pero lo dice alguien que sigue felicitando a los D&G, so, se los dejo aparte para la reflexión.

¡Vemos, perris!